Acabo de leer un post de Carlos Castillo ( @ChaToX) llamado “Editoriales y otras mafias” dónde descubro que el Arcipreste de Hita escribió en el año 1300 sobre cómo quería compartir su Libro del Buen Amor:
“Cualquier hombre que lo oiga, si bien trovar supiese // puede
aquí añadir más, y enmendar si quisiese, // ande de mano en mano a
cualquiera que lo pidiese, // como pelota [lanzada] a las chicas tómelo
quien pudiese. // Pues es de buen amor, prestadlo de buen grado, // no
le neguéis su nombre ni os hagáis de rogar al darlo, // no lo deis por
dinero, vendido ni alquilado, // porque no tiene gusto ni gracia, ni
[hay] buen amor comprado”
Esto en “lenguaje” Creative Commons sería:
Reconocimiento – NoComercial (by-nc): Se permite la generación de obras
derivadas siempre que no se haga un uso comercial. Tampoco se puede
utilizar la obra original con finalidades comerciales.
O sea que el “concepto” Creative Commons no nos lo acabamos de inventar. Es tan viejo como…la propia cultura.
Las licencias Creative Commons son muy recientes (Año 2001) y nacen como una alternativa al imperativo del copyright de “todos los derechos reservados”. Recomiendo mucho la Guía Creative Commons del abogado Alejandro Vera (@averapalencia) en su blog Sideleft para entender y ampliar información.
Creative Commons Swag Contest 2007 by Tyler Stefanich (CC BY 3.0 US)
Pero en realidad las licencias Creative Commons nacen del sentido común, del querer proteger y diferenciar la CULTURA de la industria cultural. Del legítimo derecho del autor, del creador a compartir su trabajo como quiera y de no estar obligado a la cesión de los derechos de explotación hacia terceros. Del legítimo derecho que también tenemos como ciudadanos de tener acceso a la cultura.
Estoy harto de escuchar debates sobre legislación de propiedad intelectual polarizados entre la industria cultural (y como protegerla) versus la criminalización de los que descargan contenidos sin comprarlos. Mientras sigamos discutiendo sobre copyright no discutiremos sobre el actual modelo cultural industrializado.
El debate debería girar sobre cómo legislar para proteger y fomentar la CULTURA como bien común. Procomunal. Sobre cómo podemos fomentar y hacer sostenible el trabajo de los creadores, de los autores, como generadores de obras culturales y no de productos comerciales. Y de cómo hacer que la cultura sea accesible para todos, compartida, generando identidad cultural como sociedad. Ya lo expresó Federico García Lorca mucho mejor que yo:
“No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera
hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que
pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los
que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás
las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a
gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los
hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo
contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es
convertirlos en esclavos de una terrible organización social.”
No nos confundamos. El gobierno no debería legislar al servicio de la industria cultural para “privatizarla” sino que debería estar al servicio de la cultura para que ésta sea de dominio público. No podemos tener un modelo cultural basado en la mercantilización de la misma y sujeto a las leyes y a los caprichos del mercado, a la oferta y a la demanda o a la rentabilidad del “negocio”. Tampoco podemos seguir con un modelo de subvenciones pensado por y para las empresas y seguir sin subvencionar a artitsas y autores.
La consecuencia es la que es…cuando el mercado va mal…la industria cultural va mal…y se dejan de producir películas, documentales, libros, cómics, cuadros, música, etc,etc. Y empresas como Alta Films se ven obligadas a cerrar. Pero siempre se le puede echar la culpa a los malvados “piratas” que roban a los autores.
El modelo está basado en la industria, en la empresa privada, en el negocio y no en la cultura.
¿Porqué una productora como Quepo, sin ánimo de lucro, no puede inscribirse en el ICAA? ¿Porqué una entidad sin ánimo de lucro no puede estrenar un largometraje en el cine de forma legal? ¿Porqué el máximo organismo cultural en Catalunya se llama “Institut Català de les Empreses Culturals”? ¿Porqué el Plan Media de la Unión Europea sólo otorga ayudas públicas a empresas privadas para producir audiovisuales y no también a asociaciones y/o fundaciones u otros colectivos artísticos? ¿Porqué las entidades de gestión de derechos de autor no aceptan Creative Commons?
En Quepo intentamos poner el audiovisual al servicio de las causas sociales, liberando los documentales, por ejemplo, del corsé de las ventanas de explotación comercial. Nos ponemos tristes cada vez que vamos a “mercados” de “compra/venta” de documentales. En lugar de decir “Hola, me gustaría que conozcas esta historia, “Interferencies” trata sobre…” tienes que decir “Hola, te quiero vender este producto”. Miles de historias humanas empaquetadas y vendidas al mejor postor.
Somos muchos los ciudadanos y las organizaciones que estamos intentantdo aprovechar el momento socio-económico actual para construir otro modelo cultural basado en la cooperación y no en la competencia. Basado en lo procomún. Basado en la cultura libre. Basado en tener a toda la sociead como beneficiaria de esa cultura. Ojalá unidos tengamos suficiente fuerza para ser escuchados, ojalá estemos los suficientemente coordinados para generar sinergias comunes. Ojalá sepamos aprovechar el momento para crear otro modelo cultural. Hay otras formas de producir como ejemplo la que nos propone Carlos Escaño (@carescano) con “El hombre sin la cámara” o la del conocido proyecto editorial del gran Hernán Casciari (@casciari), Orsai.
Para acabar, otra vez Federico García Lorca: “…el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque
sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se
debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz”.
@julianaltuna