Ayer estuvimos en Plaça Catalunya. Fueron instantes emocionantes, por muchos motivos. Ver a ciudadanos, de todas las edades, origen y condición, utilizando las mejores armas que tenemos, el poder de nuestras ideas y nuestra voz, reflexionando y compartiendo la indignación, la rabia y la impotencia ante una situación que va más allá de una crisis económica, de una crisis laboral. Son personas que sienten indignación por la pérdida de los valores más esenciales que debería tener cualquier sociedad realmente democrática. Pero lo que resonó por encima de todo, fue la esperanza de creer que podemos y tenemos el deber de decir no.
Algo especialmente bonito para nosotros fue descubrir que voces que grabamos ayer, son las mismas voces que están resonando en nuestro plató de Interferencias. Las ideas, la esperanza, la ilusión por otro mundo posible, y sobretodo, mejor, han decidido que ha llegado el momento de ser escuchadas, y sobre todo, respetadas. Los ciudadanos quieren exigir que los gobiernos, de una vez por todas, gobiernen por y para sus ciudadanos.
Es hora de despertar, y que mejor que hacerlo todos juntos.